Hay deseos que te encienden… pero te agotan.
Y hay otros que te dan paz antes incluso de cumplirlos.
Anxo aprendió a distinguirlos así:
El ego quiere brillar.
El alma quiere estar en paz.
El ego necesita validación: aplausos, logros, likes, números.
El alma, en cambio, se conforma con una certeza silenciosa: “esto es por aquí”.
No siempre es fácil ver la diferencia.
El ego grita.
El alma susurra.
Pero hay un truco: obsérvate antes, durante y después.
➜ Si antes hay ansiedad… es el ego.
➜ Si durante hay tensión… es el ego.
➜ Si después hay vacío… también era el ego.
El deseo del alma es otro rollo.
Es ese impulso tranquilo, casi sin urgencia, que se siente correcto aunque nadie lo entienda.
A veces es irte.
A veces es quedarte.
A veces es decir no cuando todo grita sí.
Y cuando lo sigues, algo se alinea.
No sabes por qué, pero de repente todo encaja.